Hoy, un Domingo de verano cualquiera, como todos y cada uno de los fisioterapeutas de este mundo (creo imaginar), he acabado pasando una consulta multitudinaria en una comida de amigos, y de los muchos y variados dolores que he tenido que intentar explicar (no tratar eh, que es Domingo y nosotros también descansamos) me he quedado con uno que lleva tiempo rondándome la cabeza.
Atendiendo al título de esta entrada, la frase en cuestión fue: “Pues a mí me duele la espalda, pero tú no creo que puedas hacer nada porque el médico me ha dicho que tengo una hernia y que esto va a ir cada vez a peor, a no ser que me opere”. Lo primero de todo esto, y ya hablo a título personal, si ahora, estas llevando una vida normal, con algo de dolor de espalda que no te incapacite para nada, y tu médico te dice esa palabra mágica o tenebrosa, depende de cómo se mire, que es “operar”, corre, corre y no mires atrás.
¿Qué es?
Empezamos: como ya dije en la anterior entrada, la cantidad de dolor que experimentas no se relaciona necesariamente con la cantidad de daño en el tejido (y sí, esta frase la voy a repetir hasta la saciedad), esto quiere decir, que una lesión del disco en este caso, que es una estructura que hay entre dos vértebras, puede generar una respuesta realmente desorbitada a la gravedad del problema. Una hernia es la lesión de un disco, y sus consiguientes dolencias, como pueden ser las más conocidas: pérdida de sensibilidad, pérdida de fuerza, dolor irradiado, y eso, no hay que negarlo, está ahí. En mi opinión, si no se tiene una sintomatología realmente incapacitante, el miedo hay que perderlo, después de mi corta pero intensa experiencia podría decíos que sin hacer un estudio exhaustivo, si hacemos una resonancia a 100 personas mayores de 50 años, más del 90% tendrían algo significativo en los discos, y aquí mi conclusión, nadie va al médico porque el pelo se le está poniendo blanco, ni porque al sonreír se empieza a arrugar la piel, el cuerpo, o más en particular la espalda, la usamos todos los días, y le damos mucha guerra, con lo cual una deshidratación de un disco puede ser algo normal del proceso degenerativo del cuerpo, a mi parecer.
¿Y ahora?
Lejos de la sintomatología que la propia persona tenga, viene el factor psicosocial, que quiero decir con esto, muchas veces tienes un dolor de espalda, y sobrevives, esa frase de “está ahí”, haces vida normal, no te incapacita, y un buen día vas al médico y te dice “alarma! Hernia!”, y ese dolor se vuelve más grande, tienes más miedo y te sientes más incapacitado para todo, muchas veces por esa información catastrofista de los profesionales de la salud, muchas otras porque a la amiga del primo de mi vecino, le dijeron que tenía una hernia, le operaron, estuvo 6 meses en una cama sin poder moverse y aun así está fatal, que angustia!
Esa angustia se convertirá en una búsqueda incansable de mil y una maneras de solucionar el problema, de teclear en google “tratamiento milagroso para hernia de disco”, y de intentar resolver esas preguntas de ¿cuándo va a dejarme de doler la espalda?, ¿Cuándo voy a dejar de notar esa sensación de detrás de la pierna?, ¿cuándo se me va a quitar esta ciática (de esto hablaremos otro día)?, y un largo etcétera.
Como conclusión una hernia es una lesión del disco, que con ayuda de los nuevos tratamientos médicos y por supuesto fisioterápico, tienen una evolución muy positiva en la mayoría de los casos, llegando incluso a reabsorberse y de la que pocos pacientes necesitan una intervención quirúrgica. Como decía mi madre, paciencia y buenos alimentos, y por supuesto, ponerse en buenas manos.
Mario Rico