Sólo quedo yo por presentarme, hola a todos. Para el que no me conozca, soy Esther, fisioterapeuta desde 2008.
Algunos ya me conocéis desde hace mucho, pero a lo mejor no sabéis cómo me dio por estudiar esta carrera. Pues bien, todo empezó allá por el 2000, cuando descubrí la figura del fisioterapeuta deportivo. Yo he jugado al baloncesto muchos años, 20 seguidos para ser más exactos. Sería innumerable la lista de cosas que me ha aportado este deporte pero una de ellas fue la fisioterapia. Recuerdo estar en un torneo en Hungría. Una compañera de equipo se lesionó en un partido y nuestro equipo técnico, completísimo, disponía de fisioterapeuta y médico. Aunque fuésemos unas enanas, la Federación Española de Baloncesto nos cuidaba como a las profesionales. La pobre compañera (fisioterapeuta en la actualidad casualmente) se retorcía de dolor mientras el médico, un poco perdido, con miedo la miraba. Fue entonces cuando salió nuestra gran fisio, ex-jugadora de baloncesto, y con 2 directrices dijo lo que se tenía que hacer. Yo, observando desde el banquillo, pensé: “los que realmente saben, son los fisioterapeutas”. Esto fue a los 16 años, tenía dos para cerciorarme de lo que realmente quería.
El año de la selectividad apenas tienes tiempo para pensar mucho, me llamaba más la fisioterapia pero el entorno me recomendaba medicina. Consciente o no pero intuitiva sí, puse como tres primeras opciones todas las facultades de fisioterapia de Castilla y León y las dos últimas, las de medicina. Comencé a estudiar entonces en Salamanca.
En la carrera todo me gustaba, qué bien, había acertado. Y tras muchos viajes en autobús, se pasaron muy rápido aquellos años. ¿Y qué hacer después? aquí me di cuenta de por qué me recomendaban la medicina, existe siempre un hilo conductor, mejor remunerado además, que te lleva hacia la especialización. En nuestra profesión también lo necesitas pero tienes que ser tú el que se lo costee. Todavía era joven para empezar medicina, pero podía ser dos cosas y no ser buena en ninguna o centrarme en una y poder hacerme mejor profesional. Así que a trabajar se ha dicho. Gracias a eso y a vivir con mis padres, sin los cuales tampoco habría sido posible, empecé por una cosa nueva que no se sabía muy bien por qué, pero cuando lo aplicaban fisioterapeutas, iba muy bien. Un año estudiando en Madrid y unos buenos maestros vallisoletanos me dieron la oportunidad de conocerlo más. Gracias a Isma, Lourdes, Marta y Pili pude coger mucha experiencia en el tratamiento activo con el Método Pilates aplicado a patologías musculoesqueléticas.
Pero la mano me llamaba mucho y empecé a estudiar el Máster de Osteopatía, también en Madrid. Iba y venía 4 días cada mes. La visión estructural de la carrera cambió radicalmente a un concepto mucho más global, pudiendo relacionar muchos más conceptos para obtener un razonamiento clínico más riguroso. Qué perfección el cuerpo humano.
Entre tanto, realicé varios cursos de especialización: vendaje neuromuscular, Stretching Global Activo…
Una vez acabado el Máster, seguía habiendo cosas que me gustaban y necesitaba saber, como la Inducción Miofascial, fisioterapia visceral, cadenas musculares y otras que eran armas potentes como la punción seca, el tratamiento con la Indiba Activ.
En los últimos 2- 3 años, he estudiado técnicas con mucha evidencia científica como Mulligan y Mckenzie. También me he formado en Mesoterapia para el aparato locomotor y en Homeopatía.
Este mismo 2016 me ha llamado la atención el suelo pélvico, los hipopresivos y el tratamiento más exhaustivo de la Articulación Temporo Mandibular.
¿Y qué más? pues ya veremos. De momento ni siquiera tengo tiempo para tratar a tantos pacientes con todas estas filosofías, métodos, especializaciones… Pero estoy muy feliz. Feliz porque en estos años he compartido mucho tiempo con muchos pacientes, que creo, en muchos casos han obtenido un buen resultado y eso es lo que más me hace valorar y amar mi profesión. Feliz porque voy poco a poco encontrando mi “modus operandi” fisioterapéutico y aquí los compañeros saben a qué me refiero. En Fisiother no somos personas que vayamos a trabajar por el mero hecho de cobrar un salario, tenemos algo más, una dedicación mayor, unas ganas de llegar al quid de la cuestión que hace que nos encante superarnos día a día y eso, es divertido.
Exigente e inconformista por naturaleza, no entendería mi vida sin fisioterapia. ¿Y si hubiese sido otra cosa? algo relacionado con las células, microbiología o fisiología celular, pero no se me cruzó ninguno antes de elegir carrera, así que seguiremos con la macroestructura que estamos muy bien.